HOY ENTREVISTAMOS A Fabrizio BAROZZI del estudio Barozzi Veiga

2024-02-15
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HOY ENTREVISTAMOS A Fabrizio BAROZZI del estudio Barozzi Veiga

Barozzi Veiga, establecido en Barcelona en 2004, opera a nivel global realizando encargos tanto públicos como privados, especializándose en la creación de edificios culturales, cívicos y educativos. Los arquitectos Fabrizio Barozzi y Alberto Veiga fundaron el estudio, el cual cuenta con 25 profesionales de diversas nacionalidades que poseen una extensa experiencia en colaboración. Fabrizio y Alberto dan conferencias regularmente sobre su formación teórica y su enfoque de diseño y participan en actividades académicas en todo el mundo. En 2020, ambos fueron designados como miembros extranjeros de la Academia de Arquitectura, una prestigiosa sociedad científica francesa que busca reconocer la calidad arquitectónica.

Con una perspectiva conscientemente internacional, la firma ha recibido numerosos premios a lo largo de los años y actualmente se encuentra involucrada en proyectos en países como Bélgica, Alemania, Francia, España, Reino Unido, China y Emiratos Árabes Unidos. Además, tienen un encargo significativo en Estados Unidos, donde están desarrollando un nuevo plan maestro que transformará el Instituto de Arte de Chicago.

Permítenos conocerle, Fabrizio, y conocer al estudio un poco mejor ...

¿Cómo responde a la afirmación de algunos expertos en el campo que definen sus proyectos por una estética de líneas limpias y una austeridad teatral? ¿Coincide con su percepción de su propio trabajo arquitectónico?

Cada uno interpreta la arquitectura de un modo diferente, y en parte, puedo reconocerme con esta afirmación. Considero que, más que buscar líneas limpias, nuestros proyectos tienden a ser altamente sintéticos, nos esforzamos por eliminar cualquier elemento superfluo. Solo intentamos construir lo que es realmente necesario y útil para un determinado programa y situación específica sin excedernos nunca.

Esta perspectiva contribuye a la sensación de que nuestros proyectos son muy limpios, ya que no aspiramos a hacer más de lo necesario.

Siempre mantenemos una cierta moderación en nuestro trabajo, lo que se traduce en una percepción de austeridad, con la intención de no realizar acciones más allá de lo que se propone.

En cuanto a lo teatral, tengo ciertas dudas al respecto. Siempre hay momentos en un proyecto o espacios específicos, donde nos esforzamos para que la narrativa sea representativa. La mayoría de nuestras obras se centran en edificios públicos culturales, los cuales deben tener un impacto en su contexto y una representatividad significativa en algunos espacios.

El Premio Mies van der Rohe que obtuvieron en 2015 es un reconocimiento destacado en la arquitectura contemporánea. ¿Cómo influyó este premio en su enfoque arquitectónico y en la percepción futura de su trabajo a nivel internacional?

Recibir este premio fue un hito significativo en nuestra carrera, primero, porque fue completamente inesperado; segundo, porque este tipo de reconocimientos marcaban un cambio de ciclo, abriendo la posibilidad para que equipos jóvenes, como el nuestro, fueran considerados, lo cual resultó beneficioso para nosotros. Estos tipos de premios amplían las oportunidades laborales, aunque también conllevan una mayor carga de responsabilidad para mantener ese nivel de excelencia. Desde el punto de vista profesional, fue un logro crucial que nos permitió abordar encargos que, probablemente, no habríamos conseguido de otra manera.

La participación en concursos internacionales parece ser una constante en su actividad. ¿Cómo seleccionan los proyectos a los que se presentan y qué importancia tiene la competición en su enfoque creativo?

Desde que montamos la oficina siempre nos hemos alimentado de diferentes concursos. Primero porque lo consideramos intelectualmente interesante enfrentarse a situaciones y proyectos distintos. Segundo porque nos sentíamos cómodos; de hecho, nosotros al igual que otros estudios, comenzamos a internacionalizarnos a raíz de la crisis económica, aunque en realidad ya trabajábamos en el extranjero antes de ese periodo. Esta comodidad se debe, en parte, a nuestra identificación constante como un estudio europeo.

Así que la participación en proyectos de carácter cultural o equipamientos públicos, dispersos por Europa, ha sido algo que nos ha atraído de manera natural. Y nunca hubo una estrategia muy clara de qué proyectos diseñar; más bien, nos movíamos por aquellos que representaban un desafío y que encontrábamos interesantes para nuestra investigación interna.  

Su propuesta para el Concurso de Arquitectura PortziX 2023 fue seleccionada como diseño ganador. ¿Podrían desvelar en qué se inspiraron y cómo abordaron los desafíos específicos del proyecto?


PortziX 2023 representa uno de los concursos más recientes en los que nos hemos involucrado. Decidimos presentarnos por su emplazamiento privilegiada e interesante, está en la ciudad de Brest, en un promontorio que se abre a la bahía de Brest y al océano Atlántico.

El proyecto consiste en diseñar la sede para una empresa líder en tecnología submarina y sistemas de geolocalización avanzados. La combinación de un programa que nunca antes habíamos abordado, trabajar para una empresa tecnológicamente relevante, y el contexto único y hermoso del emplazamiento fueron los factores que despertaron nuestro interés en participar.

El proyecto se presenta como un homenaje al imponente paisaje, sinuoso y característico de la zona. Por otro lado, el edificio se caracteriza por su eficiencia extrema y su orientación hacia la autosuficiencia, respondiendo a las necesidades de un cliente que tiene a la tecnología e investigación como sellos distintivos. Esencialmente, es un edificio que busca minimizar al máximo la huella de carbono.

Hablando de inspiración, ¿podrían compartir un lugar particularmente curioso o inesperado que haya influido de forma significativa en alguno de sus proyectos?

Alberto tendrá sus propias referencias, pero en mi caso, si hay algo que me ha marcado, probablemente por el hecho de ser arquitecto, es un proyecto que descubrí de muy joven, incluso antes de ingresar en la universidad: la Casa Malaparte, ubicada en la isla de Capri. De hecho, recientemente hemos redactado un breve ensayo que explora cómo este proyecto ha influido en nuestro propio marco de trabajo. Su estilo me acercó a la arquitectura contemporánea como casi una epifanía, por eso creo que en el fondo sí que ha marcado cierta forma de trabajar del estudio.

La Casa Malaparte es un proyecto notablemente simple, pero al mismo tiempo, extraordinariamente complejo. Se trata de un prisma con una impresionante escalinata, un elemento que transforma la percepción del edificio en su totalidad. En cierto sentido, nuestros propios proyectos comparten esa esencia: son directos y sencillos en un aspecto, pero siempre incorporan algún elemento, de manera comparable a la impactante escalinata de la Casa Malaparte, que altera la comprensión del propio proyecto. Hay una analogía bastante hermosa entre este proyecto y el enfoque de nuestro estudio.

Su afirmación de que «el éxito de un edificio llega cuando la gente lo hace suyo» es intrigante. ¿Cómo cultiva esa conexión emocional entre la arquitectura y los usuarios en sus diseños?

El riesgo inherente de cualquier arquitecto es la posible desconexión con la sociedad o en cómo la sociedad en general percibe ciertos tipos de arquitectura. En nuestro caso, la mayoría de nuestros proyectos son edificios públicos que desempeñan un papel relevante en las propias ciudades y en el contexto donde se sitúa. Es importante que los usuarios hagan suyos los propios edificios, porque al final nosotros diseñamos los proyectos respondiendo a diferentes necesidades.

Una vez el edificio está construido, el arquitecto pasa a un segundo plano, y se espera que la construcción perdure décadas. En última instancia, el edificio debe convertirse en un espacio donde la gente se apropie y lo utilice de forma beneficiosa para la comunidad. Más allá de los discursos arquitectónicos sobre cómo se construye o cómo es, resulta esencial que sea genuinamente útil para la comunidad que lo acoge, y esto es una parte fundamental cuando se construye cierto tipo de proyectos públicos.

La conexión entre el diseño histórico y contemporáneo se evidencia en la renovación del Casino Knokke-Heist, ¿cómo resuelven el desafío de preservar la historia del lugar al mismo tiempo que introducen elementos contemporáneos?

Muchos de nuestros proyectos son transformaciones de edificios existentes o ampliaciones, e intentamos que se injerten de la forma más natural posible. Nunca buscamos una ruptura histórica, justo lo contrario, nos esforzamos por lograr una continuidad con la tradición o la historia que envuelve al edificio.

El proyecto puede ser muy radical por como organiza el programa o por determinadas decisiones, pero formalmente creemos que la arquitectura debe establecer esta continuidad con este contexto. Para nosotros, este enfoque es prioritario porque preserva la diversidad de cada lugar y se opone a la idea de uniformidad.

De ahí que cada proyecto sea siempre muy único en su enfoque y ejecución. Si bien hay elementos comunes que los hilan a todos, cada uno se declina de forma muy singular a un determinado contexto. En el caso del casino en Knokke-Heist, se trató de convertir un edificio construido por el arquitecto belga Leon Stynen en un centro cultural y de artes, trasladando el casino en otro lugar. En este proyecto, intentamos preservar gran parte de la estructura original, que es muy valiosa e interesante, mientras utilizamos los mismos elementos de Stynen para configurar una nueva arquitectura. Es como una tarta distinta con los mismos ingredientes.  

En términos de sostenibilidad, ¿cómo incorporan soluciones respetuosas con el medio ambiente en sus proyectos y cuán importante es la sostenibilidad en su práctica?


Es como un dato de partida obvio; todo arquitecto asume que cada nuevo edificio tiene que ser extremadamente eficiente y sostenible. Nosotros preferimos abordar este concepto de sostenibilidad de una forma holística donde la propia comunidad se apropie del edificio y lo sepa utilizar. Esta apropiación por parte de la comunidad es, en sí misma, una forma de hacer que la construcción sea sostenible, ya que contribuye a su perdurabilidad a lo largo del tiempo.

¿Hay algún proyecto en desarrollo que puedan adelantar algún detalle y que consideren especialmente emocionante o desafiante?


En este momento, estamos involucrados en varios proyectos, muchos de los cuales son confidenciales, un aspecto que se está convirtiendo en un desafío significativo en el sector de la arquitectura. De hecho, te diría que el 60% de los proyectos que estamos desarrollando en la oficina requieren confidencialidad. No obstante, hay un proyecto en Miami destinado a ser una residencia de artistas que le tengo cierto cariño. Si todo se desarrolla como esperamos,  será un proyecto muy relevante para el estudio, ya que logra fusionar diversas investigaciones realizadas en otros proyectos anteriores. Este en concreto es capaz de aglutinar temáticas distintas que siempre nos han resultado interesantes.

Aunque el proyecto es pequeño, presenta un programa sumamente atractivo y novedoso. Si todo avanza según lo planeado, este proyecto podría marcar otro hito en la trayectoria de nuestro estudio.

En el panorama arquitectónico actual, ¿cuál creen que es el papel más crucial que los arquitectos deben desempeñar en la creación de entornos sostenibles y estéticamente significativos?

Todo el mundo asume que los arquitectos deben integrar de forma sostenible sus creaciones para contrarrestar la crisis climática que estamos viviendo. Simultáneamente, es importante que un arquitecto sepa transmitir la relevancia de la arquitectura. En muchos países, aunque quizá en menor medida en España, el rol del arquitecto y de la arquitectura en sí se ha devaluado. Considero que la arquitectura hoy en día responde más bien a otros tipos de fuerzas económicas que a la creencia en que un proyecto bien concebido pueda mejorar la vida de los ciudadanos y a la sociedad en general.

Con frecuencia, la arquitectura se percibe casi como un bien económico más que un bien público y social. Es importante que nosotros, como arquitectos, seamos capaces de transmitir a través de arquitectura sensata, innovadora y sostenible, la relevancia de construir ciudades que funcionen.  Afrontar este desafío será fundamental en los próximos años.

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