Esta ha sido su trayectoria profesional hasta el momento:
Ana Armero, manchega nacida en Argamasilla de Alba (Ciudad Real). Licenciada en Arquitectura por la Universidad Politécnica de Madrid con un Proyecto de Final de Carrera sobre viviendas para rehabitar Lavapiés con el que obtuvo una Mención de Honor por la Universidad Europea de Madrid.
Experiencia profesional en arquitectura residencial, retail y, desde 2017, arquitecta en Enero Arquitectura, desempeñando desde el último año el cargo de directora de proyectos de rehabilitación de patrimonio y arquitectura hospitalaria.
Permítenos conocerte un poco mejor ...
¿Qué es para ti la arquitectura?
La arquitectura para mí es la capacidad para mejorar la vida de las personas. Si los agentes que forman parte del proceso nos lo permiten, podemos conseguir hacer más habitables los espacios donde vivimos, trabajamos, disfrutamos de nuestro tiempo libre o nos curamos, consiguiendo así mejorar nuestro bienestar, nuestra calidad de vida... Tenemos una gran responsabilidad, la arquitectura tiene un fuerte impacto en la vida de las personas.
La sostenibilidad y la arquitectura están cada vez más unidas…
Quizá en procesos industriales de trazabilidad de los materiales y sistemas constructivos, estamos avanzando mucho, pero, en cuanto a sostenibilidad de las ciudades, los nuevos ensanches urbanísticos buscan extenderse cada vez más en el territorio, haciendo imprescindible el uso de vehículo privado. Mientras tanto, los centros de las ciudades se vacían de vecinos y comercios por el uso de viviendas turísticas. Eso no es muy sostenible. El foco de la sostenibilidad está puesto en la arquitectura y es muy positivo, pero queda pendiente el diseño sostenible de las ciudades que habitamos.
¿Cómo imaginas la arquitectura del futuro?
Me encantaría que fuera una arquitectura en contacto con la naturaleza, edificios implantados y pensados para funcionar en el territorio donde se asientan. Donde se tenga en cuenta el entorno, el diálogo interior-exterior del edificio, la vegetación, la iluminación, el uso de materiales con menor impacto medioambiental, duraderos. La reutilización de los espacios construidos para maximizar la vida útil de lo existente. Una arquitectura que no piensa en esos condicionantes no es una buena arquitectura.
¿Algún proyecto importante que estés trabajando y que nos puedas desvelar?
Mi equipo y yo acabamos de terminar la rehabilitación de las habitaciones del Parador de Ciudad Rodrigo, un espectacular castillo del siglo XIV situado en la provincia de Salamanca. Una obra muy importante para mí, en las que debes tener respeto y paciencia ante lo que vas descubriendo en las diferentes etapas de la actuación. Es un tipo de trabajo muy artesanal, cuidando mucho los detalles. Estamos muy contentos con el resultado.
¿Cuál es el lugar más curioso donde te has inspirado?
Glenn Murcutt, arquitecto australiano preocupado porque sus viviendas no dañen el paisaje y resulten cómodas consumiendo escasa energía, dice: "Casi todas las cosas importantes que sé las he aprendido observando. Si observas, ves. Se necesita paciencia y tiempo. Debes aprender adónde mirar y, a la vez, a ver lo que no esperabas ver". Aprender a mirar… en cualquier sitio, en cualquier lugar.
¿Algún proyecto soñado hecho realidad?
En general trabajar desde estos últimos años en Enero Arquitectura, en la arquitectura sanitaria. Donde por ejemplo realizamos hace unos años un quirófano con vistas a la naturaleza, con luz natural para mejorar la experiencia de los pacientes y reducir el estrés de todos los usuarios del espacio. Me siento muy orgullosa de poder contribuir a mejorar la vida de los pacientes en momentos tan críticos para cualquier persona.
¿Qué te llevo a dedicarte a la arquitectura?
Mi padre empezó su carrera profesional siendo albañil, luego con una empresa de construcción que ha mantenido en pie toda su vida. Me contagió esa pasión y ganas por hacer realidad los proyectos de tantas personas, reflejadas en unas líneas de un papel.