Esta ha sido su trayectoria profesional hasta el momento:
Oriol Roger Azemar es arquitecto socio de BCA Arquitectura, junto a Albert Blanch, Merche Conca y Jordi Areu. Es titulado por la Escola Tècnica Superior d’Arquitectura de Barcelona (ETSAB) en 1999.
Colaborador en los despachos de Josep Samsó y G56, hasta la incorporación en BCA el 1996. También colabora como docente en cursos de máster de la Escuela de Arquitectura La Salle.
Como socio de BCA Arquitectura ha trabajado en proyectos de diversas tipologías y tamaños: edificios de oficinas, viviendas, hoteles y residencias, edificios educativos, deportivos, infraestructuras, planeamiento urbanístico, interiorismo, planes de expansión o retail. Dirigiendo un equipo multidisciplinar, participa en todas las fases del proyecto. Destacan los proyectos: ampliación Terminal C del Aeropuerto de Barcelona, parque empresarial @santcugat, parque empresarial Metrovacesa 22@, hotel D199, hotel Voraport, hotel Sofia, torre viviendas en Plaza Europa, oficinas Mile 22@, …
La profesión és un reto continuo, y cada proyecto es diferente al anterior, por tipología, medida o necesidades, y se afronta con profesionalidad e ilusión.
Permítenos conocerte un poco mejor ...
¿Qué es para ti la arquitectura?
Para mi es una disciplina que uniendo la tecnología y el arte permite diseñar espacios, ciudades, lugares y vacíos para cubrir las necesidades de la sociedad en un entorno concreto.
La sostenibilidad y la arquitectura están cada vez más unidas…
Y así debe ser. Hemos estado siglos consumiendo recursos naturales sin pensar en el después para el medioambiente, pero cuando nos hemos percatado que consumimos más de lo que el planeta es capaz de generar quizá es cuando hemos tomado conciencia de ello. Y la arquitectura ha sido y es uno de los grandes consumidores de recursos, tanto en el proceso de construcción de un edificio como en su vida útil, así que no podemos plantear más edificios que no pongan el acento la reducción de demanda y consumos durante su vida útil y construcción, y la perdurabilidad de este en su concepción.
¿Cómo imaginas la arquitectura del futuro?
Más allá del evidente avance en la circularidad y la reducción de consumo de recursos en la construcción, creo que cada vez más la arquitectura deberá ser capaz de transmitir algo a las personas y contribuir de manera positiva en la manera de vivir, para que no se vuelva solamente ingeniería, es decir la resolución eficaz a un problema. La tecnología es nuestro aliado, pero creo que es el ser humano el que tiene la capacidad de entender y emocionar, y con esta capacidad y el uso de la tecnología, la arquitectura del futuro contribuirá no solamente a que la gente pueda vivir, trabajar, estudiar, etc mejor, sino también en un planeta mejor.
¿Algún proyecto importante que estés trabajando y que nos puedas desvelar?
Estamos acabando la construcción de varios edificios de oficinas muy interesantes en Barcelona. El edificio Landamark en un entorno bastante complejo, procura crear un pequeño oasis para quién vaya a trabajar en él. Green Bussiness District en el 22@ es un proyecto complejo en el que tenemos la rehabilitación de unas naves modernistas, vías de tren, calles a distinto nivel, tamaños diversos de oficinas,… El edificio Diagonal 471, que es la transformación de un edificio comercial a oficinas, en pleno centro de Barcelona. A otra escala, estamos rehabilitando un edificio del año 1700, una antigua casa-taller, en el casco antiguo de Barcelona, donde vas encontrando auténticos tesoros de más de trescientos años, vas descubriendo la vida que hubo.
Como proyectos nuevos a destacar: estamos trabajando en una residencia de estudiantes en Barcelona, en la que se busca esta fusión de la vida de la residencia con la del barrio, y el edificio Estel, una remodelación de un edificio de oficinas en pleno ensanche de Barcelona, una pieza singular de gran tamaño.
¿Cuál es el lugar más curioso donde te has inspirado?
Pues no sé, diría que la inspiración me viene con el lápiz en la mano, garabateando. Pero es en el contacto con la naturaleza, caminando por la montaña, un lugar donde acostumbro a tener momentos de inspiración más singulares.
¿Algún proyecto soñado hecho realidad?
Creo que casi todos seguramente, y no solo porque acabas soñando en ellos cuando los tienes sobre la mesa. Pero los más soñados son los concursos, sueñas que los ganas, crees que los ganas, y cuando se da, la satisfacción es máxima.
Recuerdo de manera especial, cuando siendo muy jóvenes en el estudio nos presentamos al concurso para la ampliación del Aeropuerto de Barcelona, y ganamos. Una pequeña parte de una gran infraestructura y ahí estábamos unos arquitectos de 25 a 35 años.
¿Qué te llevo a dedicarte a la arquitectura?
Siempre me había gustado dibujar (de hecho casi siempre estaba dibujando) y los juegos de construcción, o construir cosas con trastos con mis hermanos. Esto me llevó a estudiar arquitectura. Pero lo que realmente me llevó a dedicarme a la arquitectura fue la oportunidad de disfrutar de ella en el estudio, viendo como aquello que pensabas y dibujabas luego acababa haciéndose realidad, y era vivido, y funcionaba, y gustaba, eso es lo que me enganchó.
Cada proyecto es diferente, al igual que el entorno donde quedará reflejado físicamente. ¿Cómo se unen ambos conceptos?
Pues precisamente desde esa diferencia, el entorno y el programa de necesidades son el punto de partida de cada proyecto. Conocer ese entorno para integrarte o para cambiarlo, según el caso, y realizar un proyecto que, respondiendo a las necesidades del cliente, las regulaciones y el medioambiente, se integre de manera univoca en ese entorno. Si bien nuestra arquitectura, como BCA, puede tener algunos gestos que alguien pudiera identificar, cada proyecto es distinto.